Lo de la Unión Europea, que ya es tema intratable para los propios comisarios, se convierte en rompecabezas una vez que se lleva a la clase de ELE. Y como hablamos de qué nos está pasando en el aula, en mi caso y para el nivel C2, Enrique Gil Calvo, profesor titular de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, y su artículo Europa invertebrada aparecido en El País me sirvió de apoyo para descuartizar muchas de las sombras donde los actuales 25 países se han resguardado de los rayos sociales, culturales, económicos que abrasan ahora, no sólo por la subida de temperaturas sino por el aplastante NO de Francia y Holanda.
La clase estaba formada por alemanes (tres), un checo, una sueca y ... una americana, sin olvidar que el profesor también tiene nacionalidad, y, en este caso, es español. Donde quiero llegar es que debido a la crisis actual alemana, y su peso en la Antigua Europa, la deslocalización de muchas empresas hacia la recién incorporada República Checa, el sistema social sueco tan anhelado por muchos otros países de la Unión Europea, el desfase del horario español en relación al resto y la visión capitalista de los Estados Unidos, todos sus representantes: Bettina, Gaby, Diana, Tomás, Helena, Eduardo y Mandy, dieron sus pros y sus contras de este árbol al que le está costando crecer. La heterogeneidad de las nacionalidades dio como resultado un producto lo suficientemente homogéneo de análisis de la lengua y un aprendizaje socio-cultural que, y en primer lugar para mí, ha sido más que enriquecedor.
Eduardo Galindo
La Unión Europea
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