El portafolios del profesor: todos ganamos

Me da la impresión de que, una vez más, estamos empezando la casa por la ventana, algo muy común en nuestro sistema eductivo y que se repite a menudo en el sector del español. Parece que una herramienta tan interesante como el portafolios del profesor empieza a sonar en los oídos de los responsables de muchos centros de ELE (algo tendrá que ver en esto las visitas del Instituto Cervantes). Pero el problema es que queda sólo en eso, en un soniquete vano. Y al final, como el Cervantes lo aconseja, pues a ver si lo implantamos en nuestra escuela. La cuestión es que se coge por los pelos una propuesta y se aplica totalmente descontextualizada y de manera superficial. Porque ya me dirán ustedes cómo se compagina un instrumento de carácter evidentemente procesual como éste, con un enfoque apenas nocional, e incluso precomunicativo, como el que manejan muchas de estas escuelas. Que yo todavía veo mucho Español 2000 por esas aulas de Dios.

1 comentarios

Aprendizaje cooperativo, aclarando conceptos

Es común encontrar en los proyectos curriculres de los centros, en los materiales didácticos publicados o en la charlas profesionales referencias continuas al trabajo en equipo, la construcción colaborativo de conocimiento y el aprendizaje cooperativo. La mejor introducción a este tema es para mí el libro de David W. Johnson, El aprendizaje cooperativo en el aula. Pero, para los que no lo tengan a mano, les dejo este resumen-presentación publicada por el curso de Sistematización de la enseñanza:

3 comentarios

Los blogfolios están aquí

Por una vez, y sin que sirva de precedente, no estoy de acuerdo con Daniel Cassany cuando niega la relación entre los portafolios de aprendizaje y los blogs, como apunta en una nota a pie de página del artículo aparecido en el número 60 de la revista Carabela. Creo que aún están por explorar las posibilidades del blogfolio como herramienta de evaluación, y sólo apunto aquí la facilidad para subir evidencias del proceso de aprendizaje en cualquier formato (texto, presentación, audio, foto o vídeo) o la naturaleza reflexiva de la escritura en blogs, entre otras muchas.

1 comentarios

¿Evaluar, yo? ¿de qué me estás hablando?

Puede parecer una perogrullada insistir en la idea de que la evaluación es el tercero en discordia (la hermana fea) de los procesos de enseñanza y aprendizaje, y no iba a ser menos en el mundo del español como lengua extranjera. Así como conceptos del tipo competencia, estrategia, aprendizaje significativo, la evaluación se ha convertido en una etiqueta vacía, acompañada generalmente de prefijos (auto-, co-) o calificativos (continua, pedagógica) que han dejado hueca la intención. Es como cuando te encuentras manuales de español que anuncian en lentras grandes el enfoque por tareas y uno no es capaz de localizar una tarea ni echándole toda la imaginación del mundo.

Lo que es obvio es que en el aula evaluamos constantemente y no sólo en la dirección clásica, es decir, del profesor al alumno. Evalúan los estudiantes al profesor, los estudiantes entre ellos y a ellos mismos, evaluamos el material, las dinámicas de clase, el plan curricular del centro. Lo hacemos el primer día de clase y el último, pero también a la hora de encarar una tarea o al finalizar una actividad. Y sin embargo, para una actividad tan ingente como ésta no sólo no tenemos suficientes herramientas, sino que encima las pocas que hay están apenas estandarizadas o simplemente son desconocidas para la gran mayoría. Nos aferramos a los tests y a la intuición profesional para definir el nivel de un alumno y para analizar las necesidades de un grupo. Es evidente que necesitamos más.

Por un lado, hace falta más formación en evaluación. Y por otro la investigación de ELE debe insistir en dotar al profesor de instrumentos serios pero flexibles para adaptarlos a cada caso. Hay que dejar atrás, por fin, la idea de que evaluar es sólo calificar, cuando ésta no es más que una de sus funciones. Como dice el título del muy recomendable libro del profesor Juan Manuel Álvarez, hay que evaluar para conocer [PDF], y debemos dejar los exámenes para excluir y separar. Todavía hay muchos profesionales, siempre demasiados, que desconfían de los portafolios, de los mapas conceptuales, de las autoevaluaciones. Pero si no somos capaces de hacer eso en el mundo analógico, ¿cómo nos lo vamos a plantear en el mundo digital?

0 comentarios

Al final es la información

Mucho hablar de web 2.0, de revoluciones varias, de cambios de paradigma, y al final resulta que el truco estaba (ni más, ni menos que) en la información:

5 comentarios

Contraten diseñadores, por favor

Si hay un trabajo dentro del mundo de la enseñanza del español que me cause más admiración es el de creador y editor de materiales para el aula. Para mí es un verdadero milagro que un autor o un grupo de ellos sea capaz de armar y mantener en equilibrio toda una serie de elementos lingüisticos, culturales y de aprendizaje de forma coherente y cohesionada. Otra cosa es que uno esté de acuerdo con el resultado o no, pero por suerte el mercado editorial en este mundillo no es el de hace quince años y la variedad de materiales que se ofrece es amplia. Hoy no voy a entrar tanto en la calidad didáctica de estos productos, pero sí quería comentar algo sobre un detalle que dice mucho de la preocupación de los autores por darle a su trabajo un acabado profesional. Y es que todavía hoy en día me llama la atención que demasiados libros que salen al mercado o que se reeditan una y otra vez siguen sin tener en cuenta un mínimo de respeto, y esa es la palabra, por el diseño gráfico.

Da pena, mucha pena, y algo de vergüenza, presentar a nuestros estudiantes buena parte de los materiales editados en España para este fin. Y ya no es sólo que parezca que las imágenes, cuando las hay, las hayan tomando de un catálogo ochentero del Venca, o que las viñetas tengan toda la pinta de haber sido dibujadas por el sobrinito del dueño de la editorial, que se podía dedicar a otra cosa, la verdad, es que ni siquiera la presentación gráfica del contenido escrito es de recibo. Por supuesto, hay excepciones (pocas, pero que son muy de agradecer) y al final te das cuenta de que esas son las que de verdad te dan buenos resultados. Curiosamente además los equipos editoriales que más se preocupan por la innovación y la investigación didáctica son los que de verdad miman el aspecto gráfico de sus creaciones. De verdad que no señalo este punto porque me parezca sólo una cuestión estética, es que estamos hablando también de cognitividad. ¿O acaso no es lógico que cuando se reproduzca un email (o un artículo o un diario personal) no debemos reconocerlo gráficamente como tal? Desde luego, no estamos ayudando a nuestros estudiantes a decodificar los mensajes si les falta buena parte del contexto informativo real.

PS.- Otro día hablaremos sobre la calidad de presentación del material audiovisual.

5 comentarios