Si hay un trabajo dentro del mundo de la enseñanza del español que me cause más admiración es el de creador y editor de materiales para el aula. Para mí es un verdadero milagro que un autor o un grupo de ellos sea capaz de armar y mantener en equilibrio toda una serie de elementos lingüisticos, culturales y de aprendizaje de forma coherente y cohesionada. Otra cosa es que uno esté de acuerdo con el resultado o no, pero por suerte el mercado editorial en este mundillo no es el de hace quince años y la variedad de materiales que se ofrece es amplia. Hoy no voy a entrar tanto en la calidad didáctica de estos productos, pero sí quería comentar algo sobre un detalle que dice mucho de la preocupación de los autores por darle a su trabajo un acabado profesional. Y es que todavía hoy en día me llama la atención que demasiados libros que salen al mercado o que se reeditan una y otra vez siguen sin tener en cuenta un mínimo de respeto, y esa es la palabra, por el diseño gráfico.
Da pena, mucha pena, y algo de vergüenza, presentar a nuestros estudiantes buena parte de los materiales editados en España para este fin. Y ya no es sólo que parezca que las imágenes, cuando las hay, las hayan tomando de un catálogo ochentero del Venca, o que las viñetas tengan toda la pinta de haber sido dibujadas por el sobrinito del dueño de la editorial, que se podía dedicar a otra cosa, la verdad, es que ni siquiera la presentación gráfica del contenido escrito es de recibo. Por supuesto, hay excepciones (pocas, pero que son muy de agradecer) y al final te das cuenta de que esas son las que de verdad te dan buenos resultados. Curiosamente además los equipos editoriales que más se preocupan por la innovación y la investigación didáctica son los que de verdad miman el aspecto gráfico de sus creaciones. De verdad que no señalo este punto porque me parezca sólo una cuestión estética, es que estamos hablando también de cognitividad. ¿O acaso no es lógico que cuando se reproduzca un email (o un artículo o un diario personal) no debemos reconocerlo gráficamente como tal? Desde luego, no estamos ayudando a nuestros estudiantes a decodificar los mensajes si les falta buena parte del contexto informativo real.
PS.- Otro día hablaremos sobre la calidad de presentación del material audiovisual.
Contraten diseñadores, por favor
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5 comentarios:
Llevo defendiendo esto veinte años. Me han llamado de todo, hasta "textualista" ¿? Me es difícil expresar lo absolutamente de acuerdo que estoy con lo que has escrito.
Esta tarde me he quedado a cuadros viendo unas páginas de "Prisma" con unos dibujos entre supergore y fanzine de quinceañeros sin gracia sobre "Qué duro es envejecer o algo así". Y para que no me digan que soy parcial, la presentación gráfica de "Abanico" me parece también lamentable.
Pero vamos el fondo de la cuestión es el que tú expones.
Gracias por la sinceridad, Emilio. De todas formas, estamos preparando una nueva edición de Abanico en la que tendremos en cuenta este aspecto.
Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices, aunque también añado que se ha mejorado mucho en la gráfica de los manuales de ELE.
Sobre lo que decís de Abanico, yo no estaría tan de acuerdo. Comparando, creo que la gráfica de El Ventilador es mucho mejor que la de Abanico, aunque sólo sea porque hay bastantes años entre uno y otro, pero la estructura de los bloques, la elección de los temas, los contenidos e incluso el tratamiento de los mismos están mucho mejor en Abanico que en El Ventilador.
Por lo tanto sí al diseño y a la gráfica pero sin descuidar el resto. Y esto sirva para Emilia y su nueva edición de Abanica que espero como agua en mayo.
No sé si han mejorado.
Hace unos años (un lustro o así), parecía que se vislumbraba una cierta tendencia a comenzar a maquetar los trabajos con un mínimo d sentido estético, pero no sé por qué, la cosa a vuelto a peor.
A mi modo de ver (y me consta)las horrorosas portadas en verde y marrón con ese terrible gris de fondo, o los fanzines de aficionados a los que con tanto acierto y horror se refiere Emilio, suelen ser decididos por los directores /as de las editoriales, por lo general ya de una cierta edad, y con gustos acorde a su generación.
Tampoco estoy tan seguro de que un buen diseñador sea más caro que uno malo. ¿Invertir en diseñadores o saber (o tener el mínimo gusto para) elegir diseñadores?
Como ya he dicho, es evidente que la integración entre los contenidos y la presentación es tan necesario como útil para los usuarios de esos materiales. Y no sólo por razones estéticas. Las cosas tienen que parecerse a lo que se supone que son ¿no?
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