Español para inmigrantes

En un curso de profesores de español para inmigrantes surge la duda: ¿realmente es ésta una disciplina diferente del español como lengua extranjera? Para mí no lo es, a no ser que volvamos a la eterna discusión sobre la distinción entre EL2 y ELE. Los inmigrantes ya viven inmersos en la cultura de acogida (¡?) y tienen unos centros de interés que no siempre coinciden con los alumnos del aula ELE a la que estábamos acostumbrados, pero parece que la gran diferencia está en el tratamiento de los materiales, no en la didáctica ni en la programación. Se pasa la pelota a las editoriales, a las que se acusa de crear libros de texto frívolos y etnocentristas (y surge también la discusión sobre la interculturalidad). Yo intento plantearlo de otra manera. Imaginemos que tengo una clase con dos chicos de veinte años suecos, que vienen a España para un trimestre, conocer la vida en un país más cálido y completar su portafolios de lenguas con un idioma más. Hay también una señora inglesa cuya hija se ha casado con un español y vive en Murcia. Su sueño es poder comunicarse mejor con sus nietos. Tengo una japonesa que estudia nuestra lengua porque está enamorada del flamenco (y no la pongo de ejemplo porque suene típico). Y un francés que va a pedir el traslado dentro de su empresa a la sucursal de Barcelona. Cada uno con unos intereses diferentes, con unos objetivos alejados entre sí. Pero intentamos que todos acaben mejorando su capacidad para comunicarse en español. Al fin y al cabo de eso se trataba ¿no? Hemos intentado hacer una corrección adecuada, una evaluación idónea, llevar la afectividad al aula, tratar los centros de interés del grupo, enseñarles a aprender por sí mismos. ¿Todo esto no es lo mismo que voy a llevar a la clase con inmigrantes? ¿Al final, diferenciar al estudiante por su origen no será una forma más de racismo, encubierto de buenas intenciones, pero racismo al fin y al cabo?

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde mi experiencia personal no creo que sea una forma de racismo encubierta, quizás una forma de conseguir subvenciones para poder darles clases a personas sin recursos. Los materiales crean estereotipos, como los materiales enfocados para adolescentes, pero crear materiales nuevos, llevar a la clase textos del interés de los estudiantes, etc es lo que hace el profesor. En el último curso que impartí lo que observé es que los materiales que reducían sus ámbitos perdían interés para el grupo y a su petición llevé literatura (cuentos cortos) y cine (cortos) y a pesar de no estar en ningún material de los que ya teníamos funcionaron la mar de bien porque estaban deseosos de saber. En este grupo, un último apunte, se dio una situación idílica: estudiantes inmigrantes sin recursos (con escolarización básica) y otros que pudiendo pagar un curso de ELE (con estudios más avanzados) se animaron a venir a la asociación del barrio (www.eicascantic.org) y formar una clase variopinta, entusiasta y, lo más importante, integradora.
Siento haberme extendido tanto, pero me emociono :)
Un saludo

Francisco Herrera dijo...

Efectivamente, es lo mismo que yo digo. Si dejamos a un lado la cuestión puramente editorial de los materiales en el mercado, la clase de español es la misma para estudiantes que han pagado un curso privado o para los que lo reciben gratis por su condición de inmigrantes. Tu experiencia de mezclar ambos mundos me parece muy interesante. A ver si nos cuentas un poco más sobre ella. Un saludo.

Mª Isabel González Martínez dijo...

Vaya, interesante cuestión :-). Yo tuve la oportunidad el año pasado de pasar por un curso de formación específica de profesores de E/LE para inmigrantes. Se transmitía la idea de que estas personas tienen unas necesidades específicas basadas en la necesidad de aprender el idioma lo más rápidamente posible para entrar en el mercado laboral. El resto de objetivos e inquietudes quedaban en un segundo plano. De hecho, los materiales están orientados a que asimilen el vocabulario y los recursos lingüísticos necesarios para desenvolverse en el ámbito laboral y a que conozcan sus derechos. Un buen ejemplo de esto son el libro de la Cruz Roja: Aprendiendo un idoma para trabajar y el libro que ha editado Caja Madrid, podéis descargarlo desde su página web. Otra cuestión es quién es inmigrante, qué concepto tenemos sobre estas personas. Por ejemplo: yo trabajo en unos cursos que ofrece la diputación a extranjeros residentes ¿No son inmigrantes también? Al fin y al cabo son personas que se trasladan de su país al nuestro. Eso sí, a ellos no se les considera inmigrantes, se les considera extranjeros. De ahí, que se haya creado un material específico para ellos. Dicho material está basado en las necesidades de este colectivo: entendimiento con el médico y ocio.
En fin, animo a María para que nos cuente algo más porque su experiencia parace muy interesante.
No sé si habré conseguido explicar lo que quería.
Un abrazo

Francisco Herrera dijo...

A ver si me pongo al día con el material editado para inmigrantes. El otro día hablando con el responsable de una editorial ELE estuvimos comentando la cuestión. Está claro que cuando las editoriales vean el filón del español para hijos de inmigrantes escolarizados la cosa cambiará.

Anónimo dijo...

Un blog de interés: Atención
educativa para el alumnado de origen extranjero

Anónimo dijo...

Se nota que no has trabajado nunca con inmigrantes. Intenta usar un método cualquiera de cualquier editorial conocida con un alumno recién llegado de Marruecos y que llega directamente de una escuela coránica, o simplemente que no ha ido a la escuela porque alli no tiene obligacion de hacerlo. No sabe ni pronunciar la letra A porque no la ha visto en su vida, no sabe leer ni escribir, ni siquiera en árabe, y no tiene idea de lo que es el singular o el femennino o un sustantivo o un verbo. Dale el Sueña, o el Vuela de Anaya, o el Pasaporte, lo que quieras, y luego me lo cuentas. Esa es la realidad en muchos lugares del español para inmigrantes. Ven a vernos a los profesionales a las escuelas o institutos y luego hablamos de libritos y de metodologías.