Al contrario de lo que ocurre en otros ámbitos del mundo educativo, en la enseñanza del español como lengua extranjera las situaciones no sólo laborales sino personales de los profesores son realmente variadas, hasta el punto de que los necesidades profesionales pueden ser opuestas en ocasiones. Hay enseñantes que tienen el español como lengua materna y otros que la han aprendido como segunda lengua. Hay quien enseña en un país de habla hispana y quien lo hace en un lugar donde el español tiene una presencia escasa. Dar clase en la enseñanza reglada no tiene nada que ver con la no reglada. Y así podríamos seguir mucho tiempo.
Toda esta introducción viene a cuento (o a lo mejor no) porque últimamente he observado que, si dejamos a un lado a los profesionales que trabajan en los centros privados españoles de ELE, los sellos de calidad impulsados por el sector no son muy conocidos para el resto del profesorado. Con la etiqueta "sellos de calidad" me refiero a aquellas certificaciones o acreditaciones que algunas instituciones educativas expenden generalmente a escuelas privadas. Para obtener estos documentos se pasan unas inspecciones en las que el centro debe demostrar la calidad de su oferta educativa y su capacidad en la gestión administrativa.
Estos sellos de calidad son actualmente dos. El más antiguo es el CEELE, es decir, el certificado de Calidad en la Enseñanza del Español como Lengua Extranjera, expedido por la Universidad de Alcalá de Henares y gestionado por EduEspaña. A este le salió hace unos años un competidor: la acreditación del Instituto Cervantes. Aquel que tiene un centro dentro del territorio español puede acceder a la red de centros acreditados. Si, por el contrario, su escuela se dedica a la enseñanza del español en el extranjero entraría a formar parte de la red de centros asociados al Instituto Cervantes.
La pregunta que surge naturalmente es ¿necesita el sector dos certificaciones de calidad? La respuesta: según y depende...
CEELE y la acreditación del Instituto Cervantes
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2 comentarios:
Lo de los sellos de calidad tiene un tufillo mafioso. Es decir, conseguir un sello de calidad es más fácil para los poderosos que para los pequeños, de hecho lo primero que hay que hacer es pasar por caja. Lo de “calidad” es muy relativo; conozco escuelas con acreditación del Instituto Cervantes que dan cursos de español con 15/20 alumnos en una clase ¡Vaya tomadura de pelo! Llamar curso intensivo de español a unas clases con dicho número de estudiantes: "seguro que en la clase de conversación se les seca la boca a todos de tanto hablar". Otro elemento IMPORTANTIASIMO en la enseñanza de español es el alojamiento en familias. Una buena familia de alojamiento supone el 50% del éxito de un curso de español. Aquí sí podemos competir los pequeños y sin embargo NINGÚN SELLO DE CALIDAD TIENE EN CUENTA ESTE ASPECTO fundamental en la enseñanza del español.
Estoy seguro de que se puede comentar largo y tendido sobre los criterios de baremación de las inspecciones del Instituto Cervantes, pero no creo que el número de alumnos en clase sea uno de los que menos se cumplen. De hecho, por mi experiencia del sector, la mayoría de los centros privados ofrecen/ofrecemos en la publicidad cursos con un máximo de ocho o diez alumnos. Aquellos centros que no cumplan lo que dice en su folleto, tengan o no la acreditación del IC, simplemente hacen publicidad engañosa, y como tal hay que denunciarla.
En cuanto al alojamiento en familia como "parte del curso" me parece una exageración. Al menos en los centros privados (y no creo que en las universidades sea muy diferente) la opción de convivir con una familia española no es la que más se da. Es verdad que en teoría, vivir con hispanohablantes debería ayudar, pero eso ya va en los estilos de aprendizaje de cada alumno. Y no veo qué puede decir o dejar de decir el Cervantes en esta cuestión.
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